sábado, 13 de febrero de 2016

Manuela y Almudena.

Manuela y Almudena son dos chicas, compañeras de clase. Sexto de primaria. Almudena es una chica madura, crítica, inteligente. Su excesiva timidez la hace volcarse en los libros. Le cuesta relacionarse con sus compañeros, consultar sus dudas. Este curso ha cambiado. Su amistad con Manuela la ha transformado. Manuela es una chica un año mayor que ella. Ha repetido un curso y en años anteriores tenía abierto un expediente por absentismo escolar. Faltaba con frecuencia a clase aunque cuando venía lo hacía con gusto. Este año no falta, incluso ha llegado a asistir a clase con algunas décimas. Es una chica de etnia gitana. Se le da muy bien las matemáticas. En lengua habla igual que escribe o quizá escribe igual que habla... mal. Su letra es desigual y cuesta entenderla, a pesar de que se expresa con coherencia y expresividad. Forman un estupendo tándem. Al principio pensaba que Manuela había tenido mucha suerte de tener a Almudena como compañera pues sus progresos en la escuela eran espectaculares. Ahora pienso que sí, pero que quizá aún ha tenido más suerte Almudena pues sus progresos en la vida, en las relaciones personales aún son más llamativos. Tan llamativos que también han repercutido en los logros escolares. Ella que era de notable ,ahora es de sobresaliente .Ella, que le costaba participar en la dinámica de la clase es ahora una de las alumnas más “influyentes”, se la escucha cuando habla, ha dejado de ser “la friki”… Es un ejemplo perfecto de que las inteligencias son múltiples y complementarias. De que es estupendo juntar las altas capacidades intelectuales con las altas competencias en inteligencia emocional. Que es bueno juntar el hambre de saber con las ganas de compartir. En junio irán al instituto. No sé si coincidirán en el mismo. Lo que estoy seguro es que no coincidirán en la misma clase. Almudena irá a una clase más avanzada, puede que a una sección bilingüe. Manuela a la clase de los repetidores. En cuanto vean su letra desastrosa, en cuanto vean su peinado a mechas y sus mallas de leopardo. En cuanto la oigan decir “me s’aolvidao”o cualquier otra incorrección gramatical. Nadie se dará cuenta de que es una chica inteligente. Que resuelve problemas que otros compañeros no son capaces de hacer, porque emplea su lógica, su razonamiento natural. Además echará de menos a su amiga Almudena, la que le presta libros, la que le “traduce” los ejercicios. Pero también pienso en Almudena. Quizá volverá a encerrarse en su caparazón. Será mirada, otra vez, como un bicho raro por sus nuevas compañeras más normalizadas. Volverá a ser la friki. Ojalá me equivoque pero volverá a bajar al notable o al bien. Volverán sus dudas, sus inseguridades y no estará su amiga Manuela para ayudarla con una sonrisa. Precisamente, al estar rodeada de otros alumnos, tan “inteligentes” como ella, pero con más carisma, quizá con más capacidad para competir, su autoestima no va a salir ganando. Y se echarán de menos. Pero la cosa ya no tendrá arreglo. Sé que muchos al leer esto pensarán. Ya está Felipe con sus cuentecillos sensibleros. Pero no, lo juro de todo lo que he escrito sólo me he inventado los nombres. Todo lo demás es cierto y constatable. Segregar a los alumnos en función de sus supuestas capacidades intelectuales, de su competencia en idiomas o de cualquier otra variable es un inmenso disparate rechazado por los principales expertos en educación. Agrupar a los alumnos en clases “homogéneas” fue una práctica abolida en el Reino Unido después de la II guerra mundial y que por desgracia volvió a las aulas británicas de la mano de los ultraliberales thacherianos y del gobierno del laborista arrepentido Tony Blair. Ese modelo que tanto queremos imitar en la Comunidad de Madrid. Es una ideología tan perversa como ineficaz. No hay ni un solo estudio que lo avale, sino todo lo contrario. No estoy hablando solo de las repercusiones negativas en la cohesión social, estoy hablando de que no sirve para que los alumnos aprendan más. Ni los “buenos” ni los “malos”. Ni las Almudenas ni las Manuelas. Nadie sale ganando. Todos salimos perdiendo. ¿Es tan difícil de entender? Felipe Gutiérrez maestro de 6º de primaria ( De Manuela y de Almudena)