miércoles, 24 de diciembre de 2014
NOCHEBUENA.
Tal día como hoy veinticuatro de diciembre vuelven a casa. Cuando la cocina ya huele a laurel y a vino blanco. A esa hora lechosa que tiene el atardecer en invierno.
En la radio puede que suenen monótonos algunos villancicos y en la calle algunos petardos.
Vuelven discretamente, sin alborotar. Con algunas toses, con media sonrisa, con un paso cansado y silencioso.
Será un reencuentro breve pero necesario.
Son nuestros muertos. Aquellos que desaparecieron hace mucho o hace poco.
Ellos saben que están muertos pero vuelven. Se sientan un rato a tomar un vaso de vino o una copita de anisado. Alguno encenderá un cigarrillo.
Miran la casa, las viejas fotografías, los objetos queridos, el reloj de péndulo que sigue atrasando, las felicitaciones de navidad,quizá ese libro que se quedó sin leer.
No estarán mucho rato. No les gusta molestar.
Volverán mientras alguien les invite, mientras les dejemos sentarse en su butaca un rato, el tiempo justo para recordar lo que fue.
Luego se irán, no se quedarán a cenar, nunca lo hacen.
Brindaremos por ellos , no hace falta nombrarlos.
A través del cristal empañado de la ventana veremos brillar alguna estrella fugaz, o quizá sea solo el destello de un avión.
Hasta el año que viene.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
En todos tus escritos tienes la virtud de tocarnos el corazón.
Gracias compañero!!
Después del escalofrío, lagrimas al recordar..
Espero que algún día se me ocurra algo que también pueda haceros sonreír. Gracias a vosotros.
Impresionante. Como dices, no hace falta nombrarlos... vienen y nos acompañan. ¿o es que nunca se fueron?
Publicar un comentario