viernes, 12 de junio de 2015

ENCANTADO DE HABEROS CONOCIDO

ENCANTADO DE HABEROS CONOCIDO. No sé si puedo considerarme mitómano. No es raro que así sea cuando los mitos, los grandes mitos del ser humano, aquellos dioses en los que uno creyó allá por la infancia o la juventud murieron: Jesucristo, Marx, el Che Guevara… Entonces uno se agarra a otros seres de carne y hueso que además de ocupar ese hueco en el altar de las creencias, puede ver, escuchar incluso dar la mano. También estos van desapareciendo. Hoy ,no sé por qué, se me vienen a la memoria para pensar la suerte que tuve de conocerlos. De Rafael Alberti conservo su libro “Roma, peligro para caminantes” que me firmó con una paloma en la feria del libro de Madrid hace veinte años. Fue un sábado soleado en una pequeña caseta del Retiro. Recuerdo sus libros apilados, su bella melena blanca y su camisa celeste. Manuel Vázquez Montalbán nos dio una conferencia erudita y amena en Rivas, también una tarde. Ya me había enseñado a amar su Barcelona de putas y macarras, su hermosa Barcelona del mercado de la Boquería, de la Rambla de las flores, de las pequeñas tabernas. Este lúcido intelectual hoy sería una referencia decisiva para entender esta España de cambios políticos, nos hablaría del 15 M, del futuro de esa izquierda que no le entendió y que hoy le echa de menos. Luego están los poetas, los músicos. Como D. Mario Benedetti, al que estreché la mano inaugurando un colegio con su nombre. Llevaba una pequeña cartera bajo el brazo, una leve sonrisa y una dignidad inmensa. A Mercedes Sosa pude escucharla en un teatro de la Gran Vía, sentada en el escenario, con su gran humanidad y su voz continental. Ya no tenía, es cierto, esa potencia vocal, pero conservaba su carisma que nos hacía ponernos en pie a todos los asistentes a su concierto. Le dimos, entonces , todos gracias a la vida por haberla conocido. George Moustaki cantó solo en un pequeño teatro de nuestra pueblo, Rivas acompañado solo por su fiel mademoiselle Gibson, su guitarra acústica, su mejor amante. A gritos le pedí que cantara “Le temps de vivre” y me escuchó. Comenzó a cantarla pero no pudo terminarla por una carraspera inoportuna. ¡Cuánto me hubiera gustado acompañarle para finalizarla con él.! Junto a estos ilustres desaparecidos, también quiero hoy recordar a otras personas que se fueron sin una nota necrológica en los diarios pero que dejaron una página de amistad en mi vida. A mi amigo Pedro Larrosa a quién siempre lamentaré haber conocido demasiado tarde para haber disfrutado con él de más tardes con un café y un cigarro. Para seguir charlando de política , libros o música allí cerca de su jardín. Y cómo me gustaría cuando empiezan a florecer los almendros. Cuando los pájaros que él conocía por su canto alegran la avenida, volverme a encontrar con Lorenzo , oírle silbar desde lejos y que me diera ese apretón de manos que él daba con una sonrisa, como si firmara conmigo un nuevo pacto con la vida. Me alegro, queridos amigos de haberos conocido. ¡Qué afortunado soy de tener vuestros libros, vuestras canciones, vuestro recuerdo! Me enseñasteis como hay que vivir y morir ,como lo hicisteis vosotros, como hemos de hacerlo todos, como lo hace el viento cuando pasa. Gracias.

1 comentario:

Clara dijo...

¡¡Qué maravilla!! A seguir disfrutando de las pequeñas cosas, que en realidad son tan grandes, y bien rodeado, que es de lo más importante. Un beso