viernes, 26 de octubre de 2018
Jubilatas. Marcelo
Caminas por la larga avenida, como cada día. Debajo de los plátanos grises que están a punto de rendirse al invierno que llega inexorablemente.
De diez a doce. Luego te vas a comprar el pan y vuelves a casa. Ya por la escalera hueles la comida que está preparando tu mujer.
Siempre el mismo horario. Para ti el horario siempre fue fundamental. Para ir al trabajo, para fichar en aquel reloj donde metías tu tarjeta,clinc clanc... Ocho menos cinco de la mañana.
Marcelo tú siempre fuiste el hombre del tiempo. Con aquel calendario donde marcabas las fiestas no recuperables, los puentes, los días que te debía la empresa. Los días en que caía la navidad, las fiestas de agosto. El tiempo fue tu tesoro, lo más importante , el eje sobre el que giraba tu vida.
Ahora, Marcelo el tiempo te sobra. Es como aquellos que guardaban sus ahorros debajo de un colchón y vino la inflación y los millones ya no valían una perra gorda.
Llegó tu jubilación hace tres años y te encuentras con el bolsillo lleno de días, de tardes y de noches y no sabes en qué gastarlos. Demasiado iguales, demasiado vacíos.
Por la avenida caminas, ligero , con tu chándal, tus zapatillas deportivas de andar, tus auriculares en las orejas. Delante de ti y también detrás van otros como tú. El mismo cabello gris. La misma prisa para no ir a ninguna parte. Cada uno con su rutina, con su soledad.
Como quien dice ya está aquí el invierno con un vientecillo del nordeste que arranca una a una las hojas de los árboles. Un cielo incierto de lluvia y porvenires. Te subes la cremallera de la chaqueta. Miras el reloj. ¡Joer, ya son las once y media!
Vas llegando a la plaza: los comercios, la terraza desierta del bar Avenida. Comprarás el pan recién hecho y volverás de nuevo a casa.
martes, 23 de octubre de 2018
Jubilatas. Angelita 72
-Mira aquí estoy yo con mi Angelito, en la maternidad de O'Odonell.
Tenía yo veintiséis años. En cuantito que me quedé embarazada me despedí de la fábrica de bombillas para criar a mi hijo.
Angelita,setenta y dos años. Ella no sabe qué es eso de la jubilación. Su vida ha sido un río continuo sin parar. Sólo hubo tres saltos: su boda en los setenta, el nacimento de sus hijos unos años después y la muerte de su marido, el Juanfran, hace un par de años.
-Mira, aquí estamos en el club Consulado bailando, mi Juanfran y yo.
En la foto él la toma de la cintura con una mano y en la otra sujeta su mano y un cigarrillo.
Angelita, veinte años: melena larga y falda corta, sombra de ojos y rimmel. Sus ojos, color avellana siguen ahí,dando que hablar. El tiempo consiguió llevarse el lustre de la piel,algún diente y a cambio dejó esas arrugas sobre los labios. "El código de barras" lo llama ella.
Pero cuando Angelita 72 se arregla, se pone las medias y se calza las botas de tacón , y se va a la calle, el país empieza a funcionar.
Se anima el mercado, gritan los pescaderos y las calles del barrio se llenan de Angelitas que vienen y van con prisas y con bolsas.
La cafetería huele a tostadas y a café. El guirigay sube de tono aquí y en la peluquería.
-Mira, yo me dejo mi comida hecha nada más que a falta de echarle una patatita y me voy a la calle. Si se cae la casa, a mi no me pilla. El mes que viene nos vamos a Benidorm.
Rebusca en un bolso viejo entre montones de fotografías sin ordenar. Me enseña una en la playa de San Juan ,en Alicante.
Está sentada, seria, como posando con un bañador estampado. Es joven y bonita.Entonces el tiempo era lento.
-¡Pobre Juanfran, con lo que le gustaba a él ir a ver el mar y leerse el periódico tomando una cerveza!Toda la vida trabajando. Era fresador y no tenía mal sueldo.Pero no disfrutó casi nada de la jubilación. Cuando murió vinieron muchos compañeros al entierro. Le querían mucho , fue enlace sindical o no se qué. Era un buen hombre.
En fin...lo que hubo que llorar se lloró. La vida sigue. Ya me lo decía él al final.: "Gelita, que el tren sigue su camino, yo me bajo aquí, pero tú sigue"
Lo que más le gustaba era escuchar música. Los domingos se ponía el radiocasete y escuchaba a Tom Jones, Nino Bravo,Paul Anka, Víctor Manuel, los Brincos, también flamenco.Y era feliz.
-Estoy apuntada a eso del ayuntamiento para bailar sevillanas.
Me gusta, la mayoría somos mujeres. Y tenemos unos trajes bien bonitos. Luego vamos a bailar a muchos sitios que nos invitan.Por la parte de Toledo y también en Guadalajara.
Se pone de pie y mueve las muñecas con la mano abierta,muy flamenca.
Se ríe y a través de la ventana de la cocina entra el sol que siempre sale para todos, también para Angelita 72.
Tenía yo veintiséis años. En cuantito que me quedé embarazada me despedí de la fábrica de bombillas para criar a mi hijo.
Angelita,setenta y dos años. Ella no sabe qué es eso de la jubilación. Su vida ha sido un río continuo sin parar. Sólo hubo tres saltos: su boda en los setenta, el nacimento de sus hijos unos años después y la muerte de su marido, el Juanfran, hace un par de años.
-Mira, aquí estamos en el club Consulado bailando, mi Juanfran y yo.
En la foto él la toma de la cintura con una mano y en la otra sujeta su mano y un cigarrillo.
Angelita, veinte años: melena larga y falda corta, sombra de ojos y rimmel. Sus ojos, color avellana siguen ahí,dando que hablar. El tiempo consiguió llevarse el lustre de la piel,algún diente y a cambio dejó esas arrugas sobre los labios. "El código de barras" lo llama ella.
Pero cuando Angelita 72 se arregla, se pone las medias y se calza las botas de tacón , y se va a la calle, el país empieza a funcionar.
Se anima el mercado, gritan los pescaderos y las calles del barrio se llenan de Angelitas que vienen y van con prisas y con bolsas.
La cafetería huele a tostadas y a café. El guirigay sube de tono aquí y en la peluquería.
-Mira, yo me dejo mi comida hecha nada más que a falta de echarle una patatita y me voy a la calle. Si se cae la casa, a mi no me pilla. El mes que viene nos vamos a Benidorm.
Rebusca en un bolso viejo entre montones de fotografías sin ordenar. Me enseña una en la playa de San Juan ,en Alicante.
Está sentada, seria, como posando con un bañador estampado. Es joven y bonita.Entonces el tiempo era lento.
-¡Pobre Juanfran, con lo que le gustaba a él ir a ver el mar y leerse el periódico tomando una cerveza!Toda la vida trabajando. Era fresador y no tenía mal sueldo.Pero no disfrutó casi nada de la jubilación. Cuando murió vinieron muchos compañeros al entierro. Le querían mucho , fue enlace sindical o no se qué. Era un buen hombre.
En fin...lo que hubo que llorar se lloró. La vida sigue. Ya me lo decía él al final.: "Gelita, que el tren sigue su camino, yo me bajo aquí, pero tú sigue"
Lo que más le gustaba era escuchar música. Los domingos se ponía el radiocasete y escuchaba a Tom Jones, Nino Bravo,Paul Anka, Víctor Manuel, los Brincos, también flamenco.Y era feliz.
-Estoy apuntada a eso del ayuntamiento para bailar sevillanas.
Me gusta, la mayoría somos mujeres. Y tenemos unos trajes bien bonitos. Luego vamos a bailar a muchos sitios que nos invitan.Por la parte de Toledo y también en Guadalajara.
Se pone de pie y mueve las muñecas con la mano abierta,muy flamenca.
Se ríe y a través de la ventana de la cocina entra el sol que siempre sale para todos, también para Angelita 72.
miércoles, 17 de octubre de 2018
De Arganda a Morata.Recuerdos de la Guerra Civil.
Está al alcance de cualquiera coger una bicicleta o en su defecto a golpe de calcetín, tomar por la vía verde , bien señalizada al pie del Hospital De Arganda.
El día es de lo más agradables de este mes de Octubre y la rampa suave del antiguo tren de Arganda nos lleva entre almendros por una trinchera asfaltada que se sube bien , si hacer grandes esfuerzos.
Los ingenieros de caminos de entonces pensaban en ahorrar trabajos y no tanto en ganar premios al efectismo.
Llegando junto a la cementera encontramos varios postes señalizadores que nos indican trincheras y fortines del ejercito republicano.
Los carteles explicativos nos hablan de unos combates encarnizados que tuvieron lugar en el año 1937 y que dejaron sobre estos campos miles de muertos. Se trata de las inmediaciones del Cerro Pingarrón donde fue detenido el avance del ejercito franquista por varios batallones republicanos entre los que se encontraba la famosa Brigada Lincoln de las Brigadas Internacionales.
No se dio aquí un ejemplo de estrategia militar, pero sí de un valor cercano a la temeridad.
Es famoso el episodio en el que un camión cargado de brigadistas norteamericanos se perdió y acabó internándose en las líneas enemigos siendo abatido sin darles tiempo a bajar. Aquellos jóvenes e inexpertos voluntarios no llegaron a poderse defender. Cosas de esta cruel guerra.
El resto de sus compañeros, norteamericanos, canadienses y cubanos,llegó de noche a este paraje y con sus cascos y machetes cavaron abrigos en la tierra. Tan atropelladamente que a la mañana siguiente se dieron cuenta de que estaban expuestos de cara al sol y al enemigo.
Sobrecoge ver las trincheras cubiertas de tierra y cascotes. Probablemente guarden pequeños secretos de aquellos lejanos días.
Es la épica del dolor y de la muerte, de las ilusiones truncadas de aquella juventud que alocadamente venía a defender sus ideales contra esa sombra oscura que se llamo Fascismo.
Hoy ya solo se oye cantar a los pájaros y encima de mi cabeza solo cruza veloz el bueno de un halcón peregrino.
El paseo continua cuesta abajo hacia Morata y desde este altozano se contempla con gusto la vega del río Tajuña y los cortados de Chinchón.
La Vía verde cruza por las antiguas canteras de caliza de Cornicabra, cerca de Morata.
Por aquí estuvo pasando el Tren hasta los años cincuenta , cargado de piedra caliza para la construcción en Madrid y también de productos de las huertas tajuñeras. A partir de la década de los cincuenta el tren solo transportaba mineral para hacer cemento hasta que finalmente se sustituyó por una cinta transportadora cubierta que continúa llevando el mineral hasta la cementera del Alto, desaparacida ya la primera que estaba en Vicálvaro.
En definitiva un paseo saludable para mantener en buena forma las piernas y la memoria.
El día es de lo más agradables de este mes de Octubre y la rampa suave del antiguo tren de Arganda nos lleva entre almendros por una trinchera asfaltada que se sube bien , si hacer grandes esfuerzos.
Los ingenieros de caminos de entonces pensaban en ahorrar trabajos y no tanto en ganar premios al efectismo.
Llegando junto a la cementera encontramos varios postes señalizadores que nos indican trincheras y fortines del ejercito republicano.
Los carteles explicativos nos hablan de unos combates encarnizados que tuvieron lugar en el año 1937 y que dejaron sobre estos campos miles de muertos. Se trata de las inmediaciones del Cerro Pingarrón donde fue detenido el avance del ejercito franquista por varios batallones republicanos entre los que se encontraba la famosa Brigada Lincoln de las Brigadas Internacionales.
No se dio aquí un ejemplo de estrategia militar, pero sí de un valor cercano a la temeridad.
Es famoso el episodio en el que un camión cargado de brigadistas norteamericanos se perdió y acabó internándose en las líneas enemigos siendo abatido sin darles tiempo a bajar. Aquellos jóvenes e inexpertos voluntarios no llegaron a poderse defender. Cosas de esta cruel guerra.
El resto de sus compañeros, norteamericanos, canadienses y cubanos,llegó de noche a este paraje y con sus cascos y machetes cavaron abrigos en la tierra. Tan atropelladamente que a la mañana siguiente se dieron cuenta de que estaban expuestos de cara al sol y al enemigo.
Sobrecoge ver las trincheras cubiertas de tierra y cascotes. Probablemente guarden pequeños secretos de aquellos lejanos días.
Es la épica del dolor y de la muerte, de las ilusiones truncadas de aquella juventud que alocadamente venía a defender sus ideales contra esa sombra oscura que se llamo Fascismo.
Hoy ya solo se oye cantar a los pájaros y encima de mi cabeza solo cruza veloz el bueno de un halcón peregrino.
El paseo continua cuesta abajo hacia Morata y desde este altozano se contempla con gusto la vega del río Tajuña y los cortados de Chinchón.
La Vía verde cruza por las antiguas canteras de caliza de Cornicabra, cerca de Morata.
Por aquí estuvo pasando el Tren hasta los años cincuenta , cargado de piedra caliza para la construcción en Madrid y también de productos de las huertas tajuñeras. A partir de la década de los cincuenta el tren solo transportaba mineral para hacer cemento hasta que finalmente se sustituyó por una cinta transportadora cubierta que continúa llevando el mineral hasta la cementera del Alto, desaparacida ya la primera que estaba en Vicálvaro.
En definitiva un paseo saludable para mantener en buena forma las piernas y la memoria.
martes, 2 de octubre de 2018
Teatro
Cuentan que los dioses siempre ociosos se aburrían mortalmente en su Olimpo (algo de mortales tenían que tener) y cierto día a uno de ellos se le ocurrió inventar el teatro.
De la nada sacaron a los Hombres para que interpretaran una obra que les entretuviese.
Pero los hombres niños eran torpes y torpemente balbuceaban palabras, frases sin entender lo que decían.
Según iban creciendo,ya adolescentes, confundían sus papeles, se rebelaban contra su propio personaje y se sentían ridículos,maltrataban su vestuario y se pintaban la cara y el cuerpo con tatuajes.
Los hombres actores, poco a poco y a base de golpes , fracasos y resignación, acababan por aprenderse el guión hasta tal punto que ya en su madurez terminaban por creerse que se habían convertido en el personaje que los dioses les habían asignado.
Así, cada día, salían a representar aquella obra que ellos creían que era su propia vida.
Pero aquel engaño acababa por desvelarse cuando los actores llegaban a su vejez y empezaban a olvidar su texto.
Primero los nombres, luego los lugares y por último su propia personalidad. Hasta tal punto que un día,cuando les tocaba salir a escena , sentía la angustia de no recordar ni una palabra de lo que debían decir.
Entonces se convertían en figurantes que no hablan, que solo deambulan por la escena sin saber qué hacer ni por qué están allí. Los demás actores les toman de la mano, les sientan en una silla, les ofrecen un vaso de agua, toman sus palabras y las dicen por ellos,con una mezcla de compasión y tristeza.
Dicen que así ,como un sueño, como una obra de teatro imperfecta, es la vida de los hombres.
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