Está al alcance de cualquiera coger una bicicleta o en su defecto a golpe de calcetín, tomar por la vía verde , bien señalizada al pie del Hospital De Arganda.
El día es de lo más agradables de este mes de Octubre y la rampa suave del antiguo tren de Arganda nos lleva entre almendros por una trinchera asfaltada que se sube bien , si hacer grandes esfuerzos.
Los ingenieros de caminos de entonces pensaban en ahorrar trabajos y no tanto en ganar premios al efectismo.
Llegando junto a la cementera encontramos varios postes señalizadores que nos indican trincheras y fortines del ejercito republicano.
Los carteles explicativos nos hablan de unos combates encarnizados que tuvieron lugar en el año 1937 y que dejaron sobre estos campos miles de muertos. Se trata de las inmediaciones del Cerro Pingarrón donde fue detenido el avance del ejercito franquista por varios batallones republicanos entre los que se encontraba la famosa Brigada Lincoln de las Brigadas Internacionales.
No se dio aquí un ejemplo de estrategia militar, pero sí de un valor cercano a la temeridad.
Es famoso el episodio en el que un camión cargado de brigadistas norteamericanos se perdió y acabó internándose en las líneas enemigos siendo abatido sin darles tiempo a bajar. Aquellos jóvenes e inexpertos voluntarios no llegaron a poderse defender. Cosas de esta cruel guerra.
El resto de sus compañeros, norteamericanos, canadienses y cubanos,llegó de noche a este paraje y con sus cascos y machetes cavaron abrigos en la tierra. Tan atropelladamente que a la mañana siguiente se dieron cuenta de que estaban expuestos de cara al sol y al enemigo.
Sobrecoge ver las trincheras cubiertas de tierra y cascotes. Probablemente guarden pequeños secretos de aquellos lejanos días.
Es la épica del dolor y de la muerte, de las ilusiones truncadas de aquella juventud que alocadamente venía a defender sus ideales contra esa sombra oscura que se llamo Fascismo.
Hoy ya solo se oye cantar a los pájaros y encima de mi cabeza solo cruza veloz el bueno de un halcón peregrino.
El paseo continua cuesta abajo hacia Morata y desde este altozano se contempla con gusto la vega del río Tajuña y los cortados de Chinchón.
La Vía verde cruza por las antiguas canteras de caliza de Cornicabra, cerca de Morata.
Por aquí estuvo pasando el Tren hasta los años cincuenta , cargado de piedra caliza para la construcción en Madrid y también de productos de las huertas tajuñeras. A partir de la década de los cincuenta el tren solo transportaba mineral para hacer cemento hasta que finalmente se sustituyó por una cinta transportadora cubierta que continúa llevando el mineral hasta la cementera del Alto, desaparacida ya la primera que estaba en Vicálvaro.
En definitiva un paseo saludable para mantener en buena forma las piernas y la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario