Hace uno de esos días
rotundos, de silencios clamorosos.
En los que dos verdes chopos
,como pilares góticos,
sostienen un cielo azul impoluto.
Es un día de esos
en que creemos vencer a la muerte.
A nuestro alrededor no hay hambre
ni niños tristes.
El enfermo mejora
y amanece sin fiebre.
Los gorriones pregonan
el tiempo benigno
de las horas largas.
En días como este
crecen las malvas y las amapolas
entre los escombros
y los solares incultos
lucen verdes y frescos.
Por la avenida deja el árbol del paraíso
un perfume de ausencias
y flores amarillas.
Y cuando nos acaricia una brisa fresca
sentimos que la vida
se toma un respiro.
Y así el tiempo pasa lento
por las calles vacías.
Alguien sube la persiana,
otros saborean aún un último sueño
entre las tibias sábanas.
Las acacias se van de boda
con su velo blanco.
Y si una rosa muere mustia y desangrada,
otra brota con aroma adolescente.
Hace uno de esos días
que recordaremos siempre
aunque no pasó nada.
F.G.F
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