Rosa y Juli.
Son amigas, se conocen del colegio. Cada día dejan a sus
hijos en el cole y van a tomar café juntas. Es el momento tranquilo del día.
Unos minutos de calma, de charlar de sus cosas: de los deberes de los niños, de las
vacaciones que ya queda menos, de ropa y feminismo, y de la juventud
que se nos va, chica.
Hace varias semanas que Rosa no venía por el café. Juli
tomaba su café sola, charlando por el Whatsap. Juli lleva el uniforme del
Mercadona donde trabaja y a donde va después de tomarse el café con el cruasán
a la plancha.
Uno la ve y se pregunta qué habrá sido de su amiga Rosa.
¿Habrá encontrado trabajo, habrá cambiado de horario?
Hoy, por fin, las vuelvo a ver juntas. No paran de hablar.
Muchas cosas atrasadas en estas semanas. Rosa lleva un pañuelo también rosa en
la cabeza. Ha entrado en ese grupo que me dio a mí por llamar de las mujeres
piratas. Mujeres que han iniciado un nuevo combate, ¡Al abordaje con la vida!
El pañuelo de seda puesto con toda la gracia, con todo el
coraje le enmarca una bella cara de mujer joven, de mujer valiente.
Su amiga Juli hoy habla por los codos, la toma de la mano.
Ahora sé que ya nunca se van a separar pues ya lo dijo alguien: la amistad es
lo primero.
Nota: Los nombres son inventados. Los personajes se encontraron conmigo en algún lugar de Rivas. Yo los imaginé así.
Nota: Los nombres son inventados. Los personajes se encontraron conmigo en algún lugar de Rivas. Yo los imaginé así.
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