martes, 12 de febrero de 2019

LAS ALFOMBRAS Y LA LUNA


De la ciudad de Marrakech nos dice Ali Bey que es sombra de su esplendor pasado. Pero que todavía conserva la belleza y el misterio de las ciudades árabes.
Un dédalo de calles apiñadas,callejones por donde apenas pasa la luz, el embrujo de la Kasbah. Escondites de los que están fuera de la ley.
Allí el olor del azafrán se mezcla con la mugre y la inmundicia

.Las casas están hechas de mortero  y cal resplandeciente con el sol del mediodía. Disponen estas  de patios interiores donde disfrutar de la tarde al resguardo de moscas y miradas indiscretas.
De las seis mezquitas que tiene la de Kutubia es la que tiene el minarete más alto y soberbio.
La ciudad amurallada cuenta con nueve puertas para acceder a ella. En una esquina ,coronando la Alcazaba está la casa del Sultán. Su palacio tiene un laberinto de galerías y patios así como la plaza del Meschuar donde se celebran las audiencias.
Explica Ali Bey que  la residencia  del sultán tiene los muros y suelos cubiertos de tapices y alfombras y que sentado allí oyó contar la fábula de la alfombra y la luna que recordaba haber leído en los cuentos de " Calila e Dimna"
" Cuentan  que un rico mercader vio asaltada su casa una noche de luna llena, estando solo en compañía de su esposa pues esa noche no estaban sus criados para auxiliarle.
Viéndose perdido decidió subir con su mujer a la torre de la casa y encerrarse allí.
Sabía que tarde o temprano los bandidos subirían para robarle sus objetos de valor así que decidió ayudarse de la astucia ya que no podía valerse de su fuerza.
Gritó a su mujer de modo que fuese oído por los ladrones:
-¡Mujer, esconde bien la alfombra que me trajeron de Damasco!

-¿Qué alfombra, mi esposo?
Haciéndole gestos de complicidad prosiguió:
- ¿Cuál va a ser? ¡Aquella que permite volar a través de un rayo de luna y cuyo valor es incalculable! ¡Guárdala, rápido!
Pero ya entraban por la puerta de la estancia los ladrones para arrebatársela. El lloró e imploró que no se la quitaran como si del mayor tesoro se tratara.
En estas estaban cuando en la calle se oyeron voces de gentes de armas que llegaban a la casa alarmados por los vecinos.
Viéndose perdidos los ladrones tomaron la alfombra pretendiendo huir por el balcón de la torre volando con aquella alfombra mágica, a través de un rayo plateado de la luna.
Y agarrados a ella cayeron a plomo al suelo rompiéndose los huesos en el empeño.
Y dice la leyenda, créalo quien quiera, que así pagaron los ladrones su ignorancia y avaricia y que más vale maña que fuerza.
Y aún dicen que arriba, sobre los altos tejados de Marrakech la luna sonreía con malicia."

Así pasó la noche ,bebiendo té, oyendo cuentos y escuchando la monótona música de laúdes moriscos. Al día siguiente partirían hacia el sur,a la Isla de Mogador.



lunes, 11 de febrero de 2019

Ali Bey viaja a Marrakech y Mogador








Dejó escrito Ali Bey, para quien lo quiera leer, que después de algún tiempo dejó la ciudad de Fez para ir a Marrakech , que él entonces llama Marruecos y finalmente llegar a la isla de Mogador o Essaouira.
El camino ,allá por el año de 1802 era malo e incierto, como en todo el reino de Marruecos. Se queja él de que le acompañó un tiempo turbio con ráfagas de agua que convirtieron aquellos senderos en un calvario escurridizo.



Ali Bey, que en realidad era el sobrenombre de don Domingo Badía, gentilhombre catalán, ilustrado aficionado a la astronomía, la botánica, la geografía y la lingüística, aquella noche , oyendo caer la lluvia sobre su haima, quizá en un momento de desánimo escribió a la luz de su candil estas tristes reflexiones sobre los funestos efectos que los dogmas religiosos traían para los pueblos y las naciones:"...¿Cuál es el Culto en la Tierra que no haya servido a la codicia de los charlatanes o a la necia timidez del pueblo?..."
Levantáronse muy de mañana, con el mismo tiempo de todos los demonios de la noche anterior y se dispusieron a cruzar un río que llaman Morbea y que naciendo en los fríos  manantiales del Atlas vuelve allí sus aguas turbias y cenagosas como las del Nilo.
La peligrosa corriente hizo peligrar a hombres y bestias de manera que tardarían en vadearlo más de cinco horas. Cuando lo consiguen hacer y desde un alto promontorio ven y oyen bramar el mar en donde desemboca el río. Y desde allí ven maravillados como tiñe este de rojo las aguas del mar en varias millas. Este suceso que para las gentes del lugar resulta inexplicable, da lugar a cuentos y leyendas que hablan de un terrible combate entre dos ejércitos que aquí mismo se aniquilaron y que trocaron las aguas en sangre para siempre, dejando al río como mudo testigo de tan gran desgracia que no debieran olvidar las generaciones futuras.

Ali Bey nos aclara que la explicación es mucho más prosaica ya que este fenómeno se debe a las rocas de feldespato rojo que araña la corriente.








Ya cerca de Marraksch , Marrakech o Marruecos que de todas estas formas se conoce por entonces, divisan mujeres lavando en el río y traspasando el puente son recibidos por el Cheik, una especie de gobernador dela ciudad que le recibe con mucha ceremonia y le entrega como regalo una docena de gallinas y un carnero.
Satisfecho, Ali Bey contempla la ciudad a cuyas espaldas, en la lejanía, pueden verse los altos montes del Atlas, con sus cumbres cubiertas de nieve.








miércoles, 6 de febrero de 2019

LOS BAÑOS DE ALI BEY










Más adelante cuenta Ali Bey, el viajero, que esa ciudad de Fez, en tierras de la morería, tiene numerosos baños públicos que disponen de varias estancias con pilas de agua tanto caldeada como tibia e incluso fresca.
Que los cuartos son abovedados y sin ventanas de manera que entra la luz por unas rendijas como cuchillos que dan al lugar un aire de misterio oriental.
Su uso se reserva por la mañana a los hombres dejando la tarde para las mujeres.

Usando de su influencia además de su bolsa, nos refiere Ali Bey que pudo entrar durante la noche acompañado de uno de sus criados.
Unos fanales iluminaban tenuemente los cubículos y en el silencio de la noche oíase el goteo incesante de las cisternas y los ecos de sus propias pisadas.
Junta a cada pileta encontró nuestro hombre varios baldes con agua escondidos en la penumbra.
Y dice Ali Bey que cuando se disponía a usar de ellos, su criado se lo impidió mirándole con ojos espantados.
-¡No los toque, mi señor, por nada del mundo. Ese agua no es para vos!
-¿Para quién si no ha de ser?
-¡Para los de abajo!-Respondió el criado bajando la voz y la mirada.
No era Ali Bey hombre dado a supersticiones. Como hombre de ciencia, prefería el conocimiento que venía de la Encyclopédie Française, antes que los cuentos de fantasmas.
Tomó todos aquellos temores de su buen criado como producto de la ignorancia.
Cruzaron por los altos techos fugaces sombras de murciélagos y Ali Bey se dispuso a descansar entre los vapores de las aguas sulfurosas. Un sopor y una sensación de gran bienestar le invadieron y dejó flotar su cansado cuerpo y aún su alma.
De este modo lo cuenta y créalo quien quiera, de sus propias palabras:
"...Y del ángulo oscuro de la sala, sin puertas ni ventanas que lo explicaran, aparecieron entonces, varias siluetas humanas que vestían túnicas blancas. Despojándose de ellas comenzaron a rociarse el cuerpo con el agua de los baldes que mi criado no me había dejado tocar. No sentí por ello ningún temor ni estremecimiento pues su porte era noble y sereno. Hablaban entre sí en un idioma que al pronto no entendí pero que más tarde me pareció latín clásico de los tiempos del Imperio. Obraban estos personajes como si no estuviéramos allí ni yo ni mi criado y pasado algún tiempo que medir no pude, secáronse y vistiéronse sus ropajes a modo de togas, y del mismo modo que llegaron se disolvieron en las tinieblas de la noche..."





Si lo que cuenta Ali Bey fue o no un sueño que confundió con la realidad  ,sólo él o Alá que todo lo ve pueden aclararlo.
Lo cierto es que consultando en la vieja biblioteca hebrea de Fez, nuestro viajero pudo confirmar que aquellos baños fueron construidos sobre los cimientos de las antiguas termas  que muchos siglos atrás construyeran los romanos.

jueves, 31 de enero de 2019

Ali Bey y las cigüeñas



Cuenta el famoso viajero y espía Ali Bey que allá por la populosa ciudad de Fez existe un hospital de altas y holgadas estancias donde se cuida además de a las personas también a garzas y cigüeñas heridas.
Y dicen que lo hacen porque allá, en aquellas tierras moras creen que estas grandes aves no son sino seres que aquí toman apariencia de pájaros pero que al retornar al otro lado del océano vuelven a recobrar su naturaleza de seres humanos como nosotros.
Es por eso que allí se expone a duros castigos quien hiciere mal a estos animales voladores.
Son estas aves zancudas animales benéficos que nos libran además de serpientes , ratones y otras alimañas molestas.
Cuenta Ali Bey, el famoso viajero y espía al servicio del rey de España, que en aquel hospital vendan sus patas quebradas y las alimentan hablándoles con palabras cariñosas. Esperan así que algún día puedan oír su voz humana y sabia.


Compréndese de este modo que las gentes sencillas de muchos lugares crean, como los niños, que son estas cigüeñas quienes traen en el pico a los hijos y que van dejando por chimeneas y azoteas su carga de niños envueltos en pañales blancos.
Achacan las gentes a su carácter pacífico el que aniden en los campanarios de las iglesias y mezquitas, como si, de ese modo, quisieran aprender los rezos y plegarias que se oyen en tan piadosos lugares.

¡Quién sabe si hay algo de cierto en estas viejas historias que cuentan los rapsodas por plazas y mercados! Aquellos que dicen que este o aquel pájaro es en realidad un noble castellano o una dama principal que deja su palacio de España para viajar por el aire atravesando los tejados de Fez, Tánger o Marraquech hasta alcanzar las altas montañas del Atlas.
Contaba un sucio charlatán con turbante a quien quisiera escucharle que hace algún tiempo apareció una cigüeña bajo cuya apariencia se escondía en realidad un poderosos visir que de ese modo quería conocer cómo vivía realmente su pueblo.


Miraba desde lo alto como eran sus humildes hogares y cuan amargo era el pan que comían muchos de sus súbditos.
Pudo ver la crueldad de algunos de sus soldados con los más débiles y la usura de los ricos comerciantes. Se compadeció de los muchos niños que vagaban abandonados por las callejas oscuras y lamentó la soledad de las viudas y enfermos.

La cigüeña sobrevoló los barrios altos y opulentos de grandes muros donde el placer y el exceso resaltaba con la miseria de los pescadores que vivían junto al puerto o la de aquellos que moraban en cuevas y cuadras de animales.
Y dice quien lo cuenta, quien sabe si miente, que el gobernador cigüeña recuperó su naturaleza humana y puso empeño en acabar con tanta injusticia y tanto dolor dando al que nada tenía tomándolo de quien le sobraba. Castigó a los impíos y reconfortó a los huérfanos y viudas. Mandó baldear y enjalbegar las calles y casas y expulsó a usureros y ladrones.
Y dice quien lo refiere, él sabrá si miente, que desde la torre más alta de la ciudad de Fez sigue vigilando una cigüeña a las gentes que allí viven.



martes, 22 de enero de 2019

LA QUINTA DE MORTADELO



Hoy me he enterado  de que Mortadelo cumple 61 años, vaya, que somos de la misma quinta.
Ojalá se hubiera venido a la mili conmigo. Allí,  disfrazado de tanque o de camión, liándola parda en el cuartel.
Pero no, Mortadelo nunca fue niño ni adolescente ni recluta. Fue siempre igual con su cuello duro, su corbatín , sus gafas y su jefe Filemón.
Yo viví con Mortadelo en ese mundo ilusorio de los tebeos. En aquellas viñetas vivían aquellos personajes disparatados que llenabas nuestras horas de tedio infantil por el precio módico de cinco pesetas.
En aquellos tebeos, en otras páginas vivían otros colegas como Rompetechos, las Hermanas Gilda, los Señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón...
Era un país de gorrones, de chalados, paletos y vividores que nos daban mucha risa y que nos anticiparon lo que nos íbamos a encontrar después en la vida real.
 ¡Cuántos Pepes el Hincha, no nos habremos encontrado por ahí, capaces de romperse la cabeza por su Menisco F.C o su Real Madrid!. Aquel  sin techo que era Carpanta soñando siempre con pollos asados y viviendo debajo de un puente hoy pediría con un vaso de papel delante del Burger King, para comprarse una hamburguesa.O aquellos insoportables mellizos, los Zipi y Zape, niños consentidos que nos amargarían la comida en el restaurante y que nadie querría tener por vecinos... ni a ellos ni a los cursis de sus papás.
Mi favorito era el inquilino de la buhardilla de la 13 Rue del Percebe. A ese jamás nadie pudo desahuciarle, ni sus acreedores ni los bancos: un auténtico héroe para la PAH. Debajo vivía aquel ladrón corto de vista que le robaba a su novia una ristra de morcillas confundiéndolas con un collar de perlas. Como no recordar al inefable Reporter Tribulete que escribía en el pretigioso "Chafardero Indomable",todo un precedente de OK Diario, aunque algo más divertido y fiable.
Antes de existir el arquitecto Calatrava ya existieron Pepe Gotera y Otilio, precedentes de Manolo y Benito, exponentes máximos de la chapuza nacional.
El Abuelo Cebolleta, Don Rosendo, con su pierna vendada nos predijo lo que acabaríamos siendo nosotros mismos: unos jubilados pesados que no paran de contar sus batallitas en mayo del 68 o en la movida madrileña.
El tebeo fue nuestro primer cine, el soporte de nuestro lento vivir, del aburrimiento. La forma de engañar a nuestras madres escondiéndolos entre los libros para hacerles ver que estudiábamos la lista de los reyes godos o los afluentes del Duero.
Tebeos sobados y rotos, prestados o robados. Manchados de grasa, compañeros de las pipas y el balón.
Probablemente la T.I.A. habrá jubilado ya a Mortadelo y Filemón así que cualquier día no te extrañe encontrártelo en una manifestación de pensionistas disfrazado de farola o de león de las Cortes.
Filemón estará parado , con la mano en el mentón diciendo: ¿Dónde se habrá metido este Mortadelo?
Él,mimetizado con el entorno dirá: ¡Aquí , Jefe, me está meando un perro, aaaaaag!

martes, 15 de enero de 2019

ARQUEOLOGÍA HUMANA


Cuando uno contempla los restos arqueológicos de un urbe romana, o un poblado celtíbero no busca los tejados que el tiempo y el viento arrasaron. Ni las puertas ni las paredes derrumbadas. Mira uno sólo las nobles piedras alineadas que señalan lo que fue la calle, el templo o la plaza pública.
Para ello hay que poder, saber y querer mirar. Si no, no verás más que piedras, los escombros...
Así ocurre con la geografía de un rostro humano, con la arquitectura de un cuerpo que se levanta desde el suelo. Hay que saber mirarlo o solo hallarás las grietas de la vejez,los estragos de la edad.
Pero no busquéis solo lo que los años se llevaron: la dentadura blanca y lunar, el brillo del cabello, el porte erecto como un chopo, la joven tersura de los pómulos. Buscad lo que quedó, lo que la ventisca de la vida no pudo borrar. Mirad lo que queda, debatiéndose contra el dolor, la enfermedad, el frío del desánimo y la soledad.
Como las viejas y bellas piedras hablan guardando silencio. La mirada azul, la sonrisa discreta, la voz que aun erosionada guarda la calidez de lo que fue. Y hasta la sombra que siempre nos acompaña y en la que uno se reconoce y que no envejece jamás.
Hay que querer y poder ver en ese ser algo más de lo que muestra.
Mirad en sus manos lo que fue, lo que trabajó, lo que levantó con ellas. Esas manos que amasaron pan, acariciaron hijos, dieron placer, empuñaron herramientas.
Miradlas ahora, sarmentosas, artríticas, cruzadas de azules venas,doloridas pero capaces aún de sentir, de rozar una guitarra o el terciopelo de un gato. Manos activas que tejen, escriben, cocinan, pintan, o rezan.
Apreciad lo que de hermoso queda en esa arqueología humana que nos enseña qué fuimos, qué somos y qué seremos.

Es cierto que nos hubiera gustado ver el esplendor de los palacios árabes, el mármol pulido de los templos griegos, el dorado brillo de los retablos. Pero sabiendo y queriendo mirar, se nos aparecen hermosas las estatuas mutiladas, las columnas de capiteles rotos,los claustros cubiertos de musgo.
Sombra de lo que fueron, sombra  de lo que seremos.

martes, 25 de diciembre de 2018

CORAZÓN



Hace unos ciento cincuenta años Edmundo De Amicis escribió “Corazón”, una obra destinada a ser libro de lectura durante décadas en las escuelas de Italia y  de otros países.
Su tono almibarado, probablemente se le haría insoportable a muchos lectores de hoy día. No vengo aquí a reivindicar el valor literario de este clásico que contiene historias conocidísimas como De los Apeninos a los Andes, el tamborcillo Sardo y otras  que de puro candorosas nos resultarían empalagosas.
Lo que me ha interesado , al repasar este libro que leí en mi infancia, y no sé por qué, en francés, es la Escuela que describe su autor.
Italia acaba de conseguir su reunificación y tiene entre sus héroes a Garibaldi y Cavour. Una burguesía ilustrada se alía con obreros pobres y campesinos para construir un país peninsular y variopinto.

Es una escuela  donde convive Garrone, un muchacho calabrés, de la Italia meridional y paupérrima, con Carlo Nobis, hijo de un banquero turinés ,Coretti, hijo de un carbonero, “El albañilito”, hijo de un albañil alcohólico y maltratador, el propio protagonista, Enrico que es hijo de un ingeniero que un día le escribirá una carta a su hijo  en la que le dice : "El trabajo no mancha. No digas nunca a un obrero que sale del trabajo: está sucio.Debes decir: lleva en su ropa las huellas de su trabajo"
El viejo maestro, un socialista enamorado de Italia ve en la creación de una Patria la oportunidad para la dignificación de sus gentes de norte a sur. Por eso inculca a sus alumnos el valor de la solidaridad y de la bondad.

Quizá sea todo muy blanco, quizá suene a eso que algunos llaman buenismo.
Sería absurdo trasplantar esta historia que ocurrió hace siglo y medio a un contexto actual, pues está tan lejano como la civilización romana. La reflexión que me hago es: ¿Qué quedó de aquella vieja escuela interclasista que conocieron los arranques de la escuela pública en Europa?
Se dice que las desigualdades sociales se han acortado en este tiempo pero lo cierto es que hoy, en nuestro país sería casi imposible encontrar una escuela como aquella de Turín donde convivan clases sociales tan dispares y distantes.

Recientemente leía que un estupendo colegio público de Aravaca se mantenía abierto gracias a los alumnos que recibía de las empleadas de hogar que trabajan en aquel pueblo adinerado. Yo conozco otros ejemplos muy cercanos en la propia ciudad donde vivo. La excusa de esta separación es que "donde hay pobres el nivel académico baja"
No lo creían así en la escuela de Turín. Allí un alumno llamado Derossi, un chico de clase modesta que es el empollón, ayuda a otros más ricos pero menos inteligentes que él.
La Escuela interclasista, la escuela patriótica de finales de siglo XIX en Italia, Francia e incluso en la España republicana, es una apuesta de quienes la promovieron para generar cohesión social, para hacer país, pueblo.

A principios de los años ochenta yo tuve la oportunidad de conocer maestros, aquellos maestros de la EGB, que ya se han jubilado o están a punto de hacerlo que creyeron ser herederos de aquellos valores pedagógicos: "Hacia la Igualdad por la Educación."
Era una utopía y no tardamos mucho en darnos cuenta de que lo era. Aun así tuve la fortuna de trabajar en escuelas donde junto a alumnos de clase obrera asistían alumnos que hubieran podido pagarse colegios privados pero que se sentían a gusto en una escuela renovadora y alegre.
No puedo decir lo mismo de los últimos viente años. La consolidación de una escuela concertada más fiel a los principios religiosos que a los valores cívicos, el desastroso experimento de los colegio bilingües que segregan a los alumnos menos favorecidos que no pueden pagarse academias junto con la práctica desaparición de la figura del tutor, de ese maestro mitad profesor, mitad padre/madre, que vela tanto por los progresos académicos de sus alumnos como por su equilibro afectivo y emocional.
Todo esto me desazona y ha hecho que me sea menos doloroso abandonar la escuela con motivo de mi jubilación.
No obstante la historia siempre es cíclica. Va dando bandazos. Las aguas de los ríos suelen volver a su cauce, aunque por el camino hayan causado estragos.
Por eso o quizá por mi natural optimista o más bien crédulo, espero y deseo que después de estos, vengan otros tiempos en los que los niños, no importa de qué país provengan, de qué clase social, de qué credo o de qué lengua , puedan volver a sentarse junto a la sombra de un maestro comprensivo, inteligente y en  el buen sentido de la palabra bueno, como aquel de Turín.